No pares de fallar

A las personas no les gusta esperar, y menos, fallar. No nos gusta esperar turno en la cola del banco, molestan los atascos, en definitiva, queremos todo y lo queremos ya. Y tiene su lógica, ciertamente la tecnología ha facilitado las comunicaciones de una manera increíble y con ello, las relaciones, los negocios y la educación. Estamos asistiendo a la decadencia de la paciencia y la perseverancia, en beneficio de la inmediatez.

Queremos que nos reconozcan cada acierto, que nos valoren por nuestros éxitos cuanto antes, incluso queremos conseguir nuestros objetivos antes de pagar el precio en forma de trabajo y esfuerzo.

Y así nos adentramos en el mundo de la formación en el deporte base, con niños y niñas que practican diferentes deportes empapados de esta dinámica. Un ambiente dónde se refuerza el acierto y se castiga el error. Donde hacerlo bien supone el bienestar y hacerlo mal supone el mayor de los fracasos. Donde ganar un combate es lo que tienes que hacer y perderlo provoca la mayor de las frustraciones.

Muchos son los chavales frustrados, con poco atrevimiento, con una confianza tocada y es que, debe ser difícil perseverar ante los errores y las dificultades si siempre que cometo un error me lo remarcan, me hacen sentir que me he equivocado y que no es un buen camino. Entiendo que sería más fácil perseverar ante los errores y las dificultades si cada vez que me enfrento al fracaso me remarcan que me esforcé, que lo intente y que si no salió es porque aún tengo que aprender más cosas, me levantaría de los fracasos si me hacen sentir que voy por un camino, ni bueno ni malo, un camino donde la recompensa es a largo plazo y los fallos, necesarios para llegar.

Hace unos días leía una anécdota que resume bien la idea que pretendo transmitir. Un directivo de IBM cometió un fallo en una operación comercial que le costó 7 millones de euros a la empresa. Con la carta de dimisión en la mano, se plantó delante del despacho del presidente. El presidente lo recibió, leyó la carta y le dijo con firmeza.

  • ¡De ninguna manera acepto su dimisión, la empresa acaba de invertir 7 millones de euros en su formación, aprovéchelos!

Y esta es una buena forma de afrontar las dificultades y los errores, como una inversión. Valorar el esfuerzo y la perseverancia ante los errores nos permite avanzar. Y la disciplina de las artes marciales esta encaminada en esta línea, una inversión en la educación de los jóvenes a través de cada entrenamiento donde el verdadero éxito es adquirir los valores de la constancia y la perseverancia.

 

Isaac Benedito Andreu

CV14099

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