En las últimas décadas, muchas investigaciones se han centrado en cómo practicar ejercicio puede mejorar las funciones cognitivas. Independientemente de la edad o la condición física, los estudios demuestran que el ejercicio produce muchos beneficios para nuestro bienestar. “Ejercitarse regularmente es bueno para el humor, la memoria o el aprendizaje”, explica el psiquiatra John Ratey de la Escuela de Medicina de Harvard, autor del libro “La Ciencia Nueva y Revolucionaria del Ejercicio y el Cerebro”.
Los neurotransmisores liberados durante y después de practicar ejercicio aumentan la sensación de bienestar. Un paseo en bicicleta o algún ejercicio aeróbico de media o alta intensidad, por ejemplo, pueden reducir los síntomas que la ansiedad produce. El deporte y el ejercicio, por tanto, no solo sirven para quemar grasa o ganar músculo. Favorece la liberación de endorfinas, unas sustancias químicas que producen sensación de felicidad y euforia. Son estas endorfinas las que provocan esa sensación de bienestar tras haber realizado ejercicio físico por lo que es altamente recomendable para aquellas personas que tienen depresión puesto que pueden aliviar sus síntomas.
La producción de norepinefrina (noradrenalina), que puede moderar la respuesta del cerebro al estrés, también aumenta con en el ejercicio. Podemos pensar erróneamente que después de un día estresante lo mejor es relajarse tirado en el sofá, pero hacer un poco de ejercicio tiene un mayor efecto positivo en nuestro bienestar emocional.
Realizar ejercicio mejora la imagen de uno mismo y por lo tanto un aumento de la autoconfianza. Sin importar si los cambios con el ejercicio físico son grandes o pequeños, provocan un aumento de la percepción positiva del atractivo haciendo que te valores más. A medida que la percepción de ti mismo y tu salud emocional mejoran, tus relaciones sociales también pueden mejorar por lo que también tiene una repercusión positiva en éste ámbito.
A medida que nos hacemos mayores se incrementa el riesgo de sufrir enfermedades degenerativas como el Alzheimer, especialmente a partir de los 45 años. Practicar ejercicio físico de forma regular y adaptando la exigencia para mayores, está asociado con un menor riesgo de mortalidad. Principalmente, como consecuencia de un efecto protector cardiovascular, la actividad física disminuye el riesgo de sufrir un infarto cerebral y mejora la función cognitiva reduciendo el riesgo de padecer demencia y Alzheimer.
Realizando actividad física principalmente entre los 25 y los 45 años se consigue aumentar las sustancias químicas del cerebro que previenen la degeneración de las neuronas del hipocampo. Practicar ejercicio regularmente mejora por tanto la memoria y la habilidad de aprender cosas nuevas ya que las neuronas del hipocampo están relacionadas con el aprendizaje y la memoria. En una investigación de Vaynman, Ying y Gomez-Pinilla, se demostró que un entrenamiento intenso aumenta los niveles de una proteína conocida como BDNF (Brain Derived Neurotrophic Factor) que se encuentra en el cerebro, y que se cree que influye positivamente en la toma de decisiones, en el pensamiento y el aprendizaje. Al hacer ejercicio tu cerebro produce más neuronas y más conexiones entre ellas, fenómeno que se conoce como neurogénesis. Por lo tanto, tu cerebro ganará forma y aumentará su capacidad de aprendizaje.